Monday, April 24, 2006

A pesar del peligro los niños viajan distraidos

EL TIEMPO

En los viejos Willys se acomodan hasta 30 escolares

De lunes a viernes, Claudia Liliana y Diego Fernando Arcila Ramos recorren trochas en el Willys modelo 75 de don Santiago López, un conductor con 40 años de experiencia en ‘domar’ las carreteras veredales de la pequeña población cafetera de San José, en el occidente de Caldas.
A veces, los estudiantes van en pleno ‘techo’ del campero, sin tener de dónde agarrarse, mientras el vehículo serpentea en medio de abismos hasta llegar a clases al Colegio Santa Teresita, en el área urbana.

Claudia cursa el grado 11 y Diego está en séptimo. De los 400 alumnos de la institución, todos los días, 200 viajan desde 18 veredas y se luchan un espacio en el viejo Willys.

El campero no ha recorrido cien metros después de recoger a los hermanos Arcila en el último punto de la ruta cuando se enfrentan al primer peligro. Un ‘volcán’, como llaman los derrumbes, cubre la carretera. Como único indicio de que había calzada quedan las huellas de unas llantas.
Salirse de la vía, equivocarse en los cambios y dejar ‘colgar’ el motor por el empinado trayecto puede significar una caída a un abismo de por lo menos 200 metros.

Cuando don Santiago llega a un puente de madera sobre una quebrada crecida por las lluvias, ya tiene el ‘sobrecupo’ completo. Su carro puede con 17 niños, pero hay carros que suben hasta 30 pequeños.

Algunas veces los escolares sólo alcanzan cupo en el techo, pues el vehículo también transporta bultos, bicicletas y animales. El conductor debe cruzar el puente de tal forma que las llantas rueden por los maderos más gruesos. Si no lo hace así, el carro se puede voltear sobre la quebrada.

A pesar del peligro los niños viajan distraídos, riéndose o hablando de las tareas. Desde hace cinco años Claudia y Diego madrugan a las 4 de la mañana para llegar temprano al sitio de la carretera donde los recoge don Santiago. Llegar allí les demanda media hora de camino a pie desde su casa en la vereda La Albania.

El conductor del Willys tiene la ruta hace cinco años. Hace dos intentó cambiarla, pero los niños protestaron. A las 8 de la mañana en punto los deja en la puerta del colegio y vuelve por ellos a las 3 y 15 de la tarde. Algunos regresan con mercados que les encargan sus padres. A pesar de la trocha, los paquetes llegan intactos, incluidas bandejas de huevos que los niños llevan sobre las piernas.

FERNANDO UMAÑA MEJÍA
ENVIADO ESPECIAL DE EL TIEMPO
SAN JOSÉ (CALDAS)

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