Tuesday, April 25, 2006

El Gobierno de EE.UU. separa la familia cubana

La Habana, 21 de Abril de 2006

La prohibición de viajar a Cuba devasta a las familias locales

POR KATHY JOHNSTON

UNA rara visita a San Luis Obispo la próxima semana de un músico cubano pone en el tapete la prohibición de Estados Unidos de viajar a nuestro vecino caribeño.

Es una prohibición que afecta especialmente a dos prominentes cubanoamericanos, a los que no se les permite ver a sus familias: Delvis Fernández, fundador y presidente del Fondo Educacional de la Alianza Cubanoamericana, a quien le gustaría llevar a su madre ciega, de 88 años, a Cuba para visitar a su hermana diabética, de 86 años, cuya pierna fue recientemente amputada, pero su propuesto viaje es ilegal bajo las restrictivas regulaciones de la administración americana, y George "Jorge" Milanés de Los Osos, quien quiere viajar a La Habana para ver a su tía moribunda, de 94 años, Carmen, la cual —en una típica costumbre cubana de extensión familiar— lo crió. No obstante, las leyes norteamericanas le prohiben ir.
"¿Qué somos como sociedad si violamos los derechos básicos de la parte más fundamental de la civilización, la familia?", pregunta Fernández, que se trasladó desde su oficina en Washington D.C hasta See Canyon para estar más cerca de sus hijos y nietos.

"Hay tanta pena entre los cubanoamericanos debido a la separación de la familia", dice, y añade que "quiero que el pueblo americano esté al tanto del hecho de que la política de la administración de Bush ha exacerbado un problema tremendo".

Aunque a cualquier otro grupo americano se le prohíbe viajar a Cuba de todas formas, a los cubanoamericanos ahora se les permite un viaje cada tres años para visitar a sus familiares. Pero según las nuevas regulaciones, la familia ha sido redefinida solamente como la madre, el padre y los hermanos. Los tíos, primos y sobrinos no califican —que es la razón por la cual a Fernández no se le permite acompañar a su achacosa madre a visitar a su hermana.

"Podríamos ser detenidos, arrestados, si vamos a ver a nuestra familia, si unimos a dos ancianos, a dos hermanas que se quieren, en los umbrales de sus vidas", manifiesta Fernández con un fuerte suspiro.

Los funcionarios de la administración advierten que la prohibición tiene el objetivo de apoyar el embargo de los Estados Unidos y restringir el flujo de fondos al gobierno de Fidel Castro, y apresurar un cambio de régimen. Esa es la razón por la que los cubanos no pueden viajar a los Estados Unidos, donde podrían ganar dinero.

El único músico que actualmente puede hacer viajes de ida y vuelta es el guitarrista y compositor cubano Pablo Menéndez, que se presentará en el Colegio Cuesta el 17 de abril. Pero se trata de un caso especial. Nacido en Oakland, California, Pablo Menéndez fue a Cuba en 1966, cuando tenía 14 años, a visitar a su padre y estudiar música. Ha estado viviendo y tocando música allí desde entonces, parte activa de la escena musical cubana.

A los miembros de la banda Mezcla, de Menéndez, nominados al Grammy, no se les permite acompañarlo, y en vez de un concierto va a dar un tributo por multimedia a la música cubana. El espectáculo es coauspiciado por la Alianza Cubanoamericana de la Costa Central, un grupo local fundado por Milanés después que volvió a visitar su lugar de nacimiento en Cuba, en el 2000.
Milanés se reunió con Pablo Fernández hace 12 años, cuando concurría a un concierto en el norte de California del grupo Mezcla, promovido por Carlos Santana. "Mezcla es la más limpia y fresca agua que yo haya probado", manifiesta Santana.

Impresionado por la mezcla de ritmos africanos tradicionales, canciones cubanas, jazz, blues y rock, Milanés se propuso ver el concierto de Pablo Menéndez en el primer club de jazz de La Habana, La Zorra y el Cuervo. Han permanecido en contacto e invitado al músico cubano a la costa central para la presentación de la próxima semana en el Colegio Cuesta. Con la nueva definición de familia hecha por la familia Bush para los cubanoamericanos, Milanés no puede viajar a La Habana legalmente otra vez, pues sólo tiene tíos, primos y sobrinos allí. A sus hijos nacidos en California no se les permite una experiencia de primera mano con sus raíces cubanas. "Que absurdo es eso, conectar la política exterior con la separación de la familia, en especial para una persona que ama los valores familiares como yo," concluye Milanés.

Milanés tenía tres años, durante las luchas revolucionarias en Cuba, una bala perforó la pared encima de su cuna, y su tío lo puso en un avión para que se uniera a sus padres en Miami. Para Milanés el regreso a Cuba después de vivir 40 años en los Estados Unidos fue una alteración en su vida."

"Al pisar suelo cubano en el 2000, casi se me doblaron las rodillas con toda una serie de sentimientos encontrados. Me sentía en mi hogar," Ahora dice que para que se le permita visitar Cuba legalmente, tendría que casarse con una nativa —y verla solamente una vez cada tres años, aún si tuvieran hijos.

La versión de Fernández tiene un tono similar. Llegó a los Estados Unidos desde Cuba en 1957 cuando tenía 17 años para concurrir al colegio superior de Salt Lake City. Con limitados conocimientos de inglés, se matriculó en las clases de matemáticas, obteniendo su licenciatura y convirtiéndose en profesor de matemáticas en la zona de la bahía.

El volver a Cuba para ver a su hermana más joven 22 años después fue una experiencia dramática para él. La había visto por última vez cuando tenía 4 años de edad". Se tiene la necesidad del vínculo, la experiencia cotidiana, de todas esas pequeñas cosas de la vida que perdemos, eso es lo que crea amor", dice Fernández.

Posteriormente, su hermana sufrió un aneurisma, y su familia en los Estados Unidos no pudo verla antes de que muriera. La experiencia fue catalizadora para Fernández y de ahí surge la idea de formar el Fondo de Educación de la Alianza Cubanoamericana, que promueve la expansión en el comercio, en especial alimentos y suministros médicos, y el año pasado testificaron ante la Comisión de Estados Unidos sobre Derechos Humanos en Ginebra.

las disposiciones americanas con relación a los viajes y el comercio se intensifican a pesar de sus esfuerzos. Hasta los intercambios en la educación y el arte, como la que llevó a cabo en Cuba la Academia de Danza de San Luis Obispo en el 2000, ya no se permiten.

Algunos americanos rehúsan seguir las directrices de la administración para los viajes a Cuba, tentados por la fruta prohibida que los hace pensar que está más cerca de Estados Unidos que Santa Barbara a San Luis Obispo. A pesar del riesgo de las multas de hasta $65 000, según Los Angeles Times, muchos americanos viajan a La Habana por la puerta de atrás, desde Canadá, Jamaica o México. Por lo menos unos 500 americanos fueron multados el año pasado por viajar a Cuba, según el Times.

Desde el punto de vista de Fernández, la mayoría de los americanos no están al tanto de las restricciones a los viajes que realiza la administración. "Se encontrará que con cada americano que se hable, rechaza esa política. Tenemos que sacar a la luz esa crueldad, así la gente dará un paso al frente y dirá, "Eso no está bien". Vendrá un tiempo en que se dirá, "Basta", ya es suficiente.

Rodeado en su oficina de See Canyon, por libros cubanos, fotos y un busto de José Martí, Fernández cita al héroe nacional cubano: "Ver un crimen y no hacer nada es lo mismo que cometer el crimen."

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